- Dilapida el dinero de Centla a manos llenas
Por PEDRO PABLO JARAMILLO/Mientras Gabriela López Sanlucas anda en la dulce vita, bailando con stripers, enamorando sacerdotes y dilapidando el dinero del erario público de Centla y los centlecos, su marido, Oscar Castillo Moha, rechaza que su mujer esté convertida en una “loca” política y que el municipio no esté siendo gobernado por su esposa.
“Mi mujer gobierna y manda. No tenemos problema alguno como escriben algunos periodistas. Lo cierto es que si tenemos enemigos y esos nos están dando duro porque no saben perder”, se defiende el político que bajo las siglas del PRI ganó la presidencia de este municipio, pero que por cuestión de género tuvo que dejar a su mujer en su lugar.
CIUDAD FANTASMA
A nueve meses de ese experimento democrático, el otrora famoso puerto de Frontera parece una ciudad fantasma, con casas abandonadas por doquier, calles en mal estado, poca población en las calles y lo que es peor: inseguridad y desempleo.
En las esquinas cientos de jóvenes, hombres y mujeres esperan alguna oportunidad de trabajo en cualquier cosa y algunas damitas optan por ejercer la profesión más antigua ante la falta de oportunidades y las necesidades de comida, vestido y sustento.
Al no haber centros de diversión o deportivos, los jóvenes recurren al vicio desde temprano y es común encontrar borrachos tirados en las calles, a las puertas de las casas y en las entradas de los bares, cantinas y centros nocturnos, que abundan por doquier.
Las calles permanecen inundadas de basura, no hay obra pública y las pocas acciones de gobierno las ejecuta la Federación o el Estado. El municipio está paralizado, estático, sin obras ni acciones sociales para la gente.
Para la población en general, la alcaldesa y su esposo son los culpables de todo lo que ocurre en Frontera y en las comunidades, por ser unos irresponsables, falsos, nefastos y por llevar una vida pecaminosa y lasciva.
LA ALCALDESA PECADORA
Y es que desde febrero de este año en que comenzó las festividades de carnaval en ese puerto tabasqueño, la señora fue pillada en plena calle bailando con dos stripers de conocida empresa cervecera, a los que además coqueteó en el video que ex profeso se subió a las redes para exhibirla y denostarla como una mujer infiel.
Pese al escándalo en las redes sociales, la presidenta municipal bajo las siglas del PRI salió a decir que todo fue porque estaba enfiestada y alegre, y que solo la gente mal pensada veía esas cosas.
Un mes después, en abril otro escándalo. La alcaldesa fue otra vez pillada de manera comprometida, solo que esta vez era en una foto que se tomó a la entrada de Puerto Vallarta, en el Estado de Jalisco, acompañada del párroco de Frontera y de su asistente personal en una pose comprometedora.
En la postal, se ve una Gabriela feliz y contenta y detrás de ella en pose sugestiva al sacerdote del pueblo y su asistente, lo que dejó que pensar en las redes por la forma como los dos primeros sonríen a la cámara.
En las redes sociales se rumoró que la alcaldesa y el cura tenían más que una amistad y que su viaje por tierras jalisciense era de placer, pagado con dinero público del ayuntamiento. Nadie salió esta vez a refutar lo que era más que evidente en las redes. Cuatro semanas después a finales de junio, alguien subió a redes una foto donde la pareja de tórtolos descansaban placenteramente en el lobby de un hotel. Esta vez abrazados y sin ningún remordimiento por su pecaminosa actitud.
En menos de un año, Gabriela López Sanlucas ha protagonizado escándalo tras escándalo. Exhibiendo su pobre moral y lo que es peor: demostrando a su pueblo que es una mujer ligera, muy ligera y con problemas de identidad graves.