- La estrategia está clara: favorecer al repudiado partido Morena de cara a las elecciones del próximo año
Por Agencias SFAS/Ciudad de México.- El compromiso de combatir la corrupción sin ‘negociar en lo oscurito’ se le derrumbó al gobierno de la cuarta transformación con el trato de lujo que le están dando a Emilio Lozoya, el corrupto exdirector de Pemex.
El retorno de Emilio Lozoya encierra una trama, cuyas partes medulares empiezan a conocerse debido a las filtraciones informativas del Gobierno, en torno a la madeja de corrupción tejida durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, en particular, los sobornos entregados por Odebrech, el financiamiento de la campaña del PRI en 2012, los contratos amañados que se operaron en la paraestatal, el huachicol, el fructífero negocio de los altos mandos de la empresa gubernamental.
Al pasar de corrupto al “Señor Lozoya hay que cuidarlo”, el gobierno de la cuarta transformación se prepara para utilizarlo como instrumento de una campaña mediática, cuyo objetivo es ondear la bandera del combate a la corrupción y construir, de aquí hasta mediados del año entrante, una enorme estela, una suerte de cortina que, a su vez, amortigüe el impacto político de los grandes fracasos de Morena, que lo tienen en la lona derivado del mal manejo que le dio a la pandemia del Covid en lo sanitario y económico.
Lo que ha desatado muchas críticas es el trato y la deferencia de que goza Lozoya, quien saltó de su condición de prófugo de la justicia para convertirse en el testigo estelar del Gobierno.
Tan pronto arribó a la Ciudad de México, en vuelo especial, el exfuncionario no fue llevado a una prisión, como se esperaba, lo internaron en el hospital “Ángeles” del Pedregal bajo el argumento de que padece anemia aguda y otros males de salud. Ya hasta supuestamente lo intervinieron quirúrgicamente de un mal que le aquejaba. Habrase visto tanta atención.
De ser un tránsfuga, Lozoya le aportará a la cuarta transformación la información que requiere, ya sea para robustecer la campaña mediática que prepara de cara a las elecciones intermedias del 2021.
Es de recordar que hace 11 años, cuando Lozoya Austin era director del Foro Económico Mundial de América Latina, conoció a Luis Alberto de Meneses, director superintendente de Odebrecht en México, a quien 13 años después le ofreció ayuda para posicionarlo en los estados de Veracruz, Tamaulipas e Hidalgo, si proporcionaba pagos para apoyar campañas del PRI en esas entidades.
La constructora brasileña hizo transferencias por hasta 4 millones de dólares a las empresas Latin América Asia Capital Holding LTD y Zecapan, S. A., las cuales están relacionadas al exfuncionario y a su familia.
Antes de ser detenido en España, la Fiscalía General de la República aseguraba que tenía todos los datos del mega fraude y de los sobornos recibidos por la compañía brasileña que involucraban a políticos mexicanos, pero ya se descubrió que no y Lozoya será su testigo para embarrar a más de uno en el crimen que orquestó.
Hoy es el “señor Lozoya”, cuando ayer era un delincuente del crimen organizado buscado por la policía internacional. Hoy recibe la bendición de la cuarta transformación y los que lo crucificaron, de la misma 4T, hoy se quedan callados.