Alfonso Carbonell Chávez

 

Para qué escribir… bueno pero como dice mi hermano René Delios de que sólo él y García Márquez lo hacen corregiré ¿para qué comentar la noticia?, si ¡la verdad!, no la noticia, a nadie interesa. Y, la verdad, me queda claro… a nadie les sirve. No quiero herir susceptibilidades sobre todo de mis amables editores que cuando suelo osar enviarles mi columna pudieran tomarlo a pecho que no es la intención. Os lo juro. Lo que pasa y por supuesto no es de ahorita ni de ayer como no lo será mañana, que por lo que atraviesa la comunicación social, sus medios y quienes los hacemos, dicho sea como dispensa sea algo que nació en esta década ni siglo sino  que es más viejo que nuestros propios miedos. Que nuestros atavismos y explicables conveniencias. Y es así que  desde los medios de manera ufana solemos criticar a los políticos y en general a todos los que detentan algún poder viendo “la paja en el ojo ajeno”. Y no es que les falte, nos falte me incluyo, razón. Pero estamos en el lado oscuro de la luna y no en el de la luz.

 

Me explico y no estudie pa’ cura ni nada que tenga que ver con mantras religiosos ah, a no ser que la verdad lo sea. ¡Qué va!, siempre tan lejana y ausente al menos la que explique cercanamente la realidad. Estamos inmersos en el peor oscurantismo del que se tenga memoria en términos de la expresión libertaria ¡ojo! Que no es lo mismo que libertad de expresión que por sí sola no dice ni construye nada. Porque decir lo que piensas no significa que liberes nada, es más… ni la palabra. Insisto no es crítica al menos no de la que yo mismo pudiera escapar. Es sí y ni siquiera puedo presumir que sea o alcance el nivel de reflexión, cuando y qué tristeza, vemos, escuchamos y leemos críticas a modo, simplonas consideraciones, engañosas visiones del presente y futuro de la sociedad tras el  férreo embate y escaladas infames y depredadoras de nuestra clase política y ¡pónganles el signo, color y nombre de sus preferencias mercantiles y caerán en cuenta que todos son lo mismo! Y curados de espanto crucificamos a unos y santificamos a otros. La rueca histórica de mentiras, perversiones y mercantilismo feudal de las ideas se cumplen ¡una vez más!

 

¿La verdad?, de qué sirve la verdad en estos tiempos de simulación y engaños donde se es posible comprar conciencias con una torta y un refresco ante un pueblo hambreado y lleno de miserias que no le alcanzan a entender y que es ahí, precisamente, donde radica su vida mísera y su condena per sé. Claro ellos no han tenido la oportunidad de leer a Víctor Hugo… pero tampoco a Juárez. El círculo así, una vez más, se cierra. Pobreza y hambre, políticos y corrupción… medios ricos y pueblo pobre. No nos engañemos. Sé que cabe la posibilidad que de quienes me hacen el favor de publicarme de vez en vez, hoy si pudieran tener motivos para no hacerlo pero cierto estoy que esos mismos –dueños- se encuentran al igual que su servidor y de cientos más en la misma disyuntiva y reflexión. Vivir en la honesta medianía no está en muchos corazones. Lo peor, si lo hubiera, es que los comunicadores, periodistas o no, solemos sucumbir no sin ciertas resistencias cual lo plantea Shakespeare; “ser o no ser he ahí el dilema”. Tradúzcalo y trátelo de explicar con; la renta, el pago escolar, la alimentación, el vestido y etc., etc. Y sí, los periodistas ¡también comemos! Y demás necesidades.

 

Pudiendo ser esta la parte III de mi entrega la que por cierto y a propósito no intitule, esperó usted, sí usted amiga y amigo lector si le pudiera merecer algún título, claro mientras no sea nobiliario je, lo ponga. Déjenme concluir con, ahora sí presumo, la siguiente reflexión; estamos inmersos en la peor época de la peor etapa de la historia vivida por usted y yo; ya no digo por la que solo aprendimos en los libros de texto de este país. Porque aún y habiendo crítica en los medios y en algunos más que en otros, la verdad, se los juro ¡nadie quiere la verdad! Porque en la verdad perdemos todos.

 

En realidad quieren saber ¿cuáles son los enjuagues entre el gobierno federal y de los estados en el tema educativo? No,  no creo que quieran saberlo aunque sé, y ahí está el dilema real del asunto ¡es que ustedes también lo saben y no hacen ni pasa nada! O acaso quieren saber también en realidad ¿cómo se ganan las elecciones en este país? La verdad no creo que le interese saberlo ¡peor aún!, si usted ha sido parte determinante para ello. ¡Por dios la verdad! La verdad, ¡qué haríamos con la verdad! ¡Nos quede claro!

 

Ah y no, no hay “Ya de salida”, porque así, así… no la hay ni la habrá. Salu2.

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