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-Aún con lluvia torrencial la gente permaneció en el evento convocado por los Ejidatarios de Subteniente López

 

Por Dominga Calles Alatorre/Chetumal, Quintana Roo.- “Para nosotros, la gente del campo, Carlos Joaquín es la esperanza, es quien tiene más madurez y mayor experiencia como político”, con voz recia y directa así definió -uno de los más de 7, 500 asistentes al festejo organizado por ejidatarios de Subteniente López- su sentir respecto al quintanarroense a quien acudieron voluntariamente a saludar provenientes de varias comunidades de la zona de la ribera del Río Hondo en el sur de Quintana Roo, un área reconocida porque sus habitantes son gente honesta y directa.

Ni una sola valla metálica o cerco de cordones dividía los espacios en los que los miles de anfitriones esperaban al festejado, mientras las nubes cubrían rápidamente el cielo, la euforia se desató cuando Carlos Manuel Joaquín González arribó a la sede –los terrenos de la casa ejidal, a la entrada de Chetumal- y los asistentes literalmente corrieron a verlo.

Siempre acompañado de su esposa Gabriela Rejón y de su hijo Carlos, Joaquín González avanzaba entre una multitud que le ofrecía la mano o lo estrechaba en abrazos a su paso y el político -como hacía mucho tiempo que no ocurría en el sur de la entidad- con humildad y calidez, atendió, escuchó sinceramente y saludó a las personas mirándolos a los ojos mientras les hablaba, ganando con ello la admiración y reconocimiento de los presentes.

Momentos después de apagar la velita del pastel con su nombre, cuando el también  Contador Público se encontraba en el escenario, la lluvia se sumó al recibimiento y se hizo presente torrencialmente, pero ni una sola alma se fue del evento al que acudieron habitantes de Sergio Butrón Casas, Nicolás Bravo, Cacao, Calderitas, Raudales, Álvaro Obregón, por mencionar sólo algunos de los poblados presentes.

¡Gracias por ese afecto que me dan, es un gran aliciente para ir al frente y seguir caminando junto a ustedes! –expresó Carlos Joaquín al tomar el micrófono- trabajemos en conjunto por un Quintana Roo, democrático, libre, con respeto a los derechos humanos, donde la mujer es clave, donde los hombres puedan salir adelante, donde los jóvenes tengan la oportunidad de estudiar, de que se les reconozca su esfuerzo y que tengan participación directa en la forma en la que se lleva la economía del Estado, para que puedan hacer sus empresas, encontrar empleo y seguir adelante en su propia tierra, en donde los hombres y mujeres de la tercera edad sean  respetados y tengan espacios para lograrlo.

Trabajemos para que Chetumal, para que Othón P. Blanco, para que todo Quintana Roo pueda caminar en un rumbo mucho más directo y de frente, -afirmó a la concurrencia que escuchaba atentamente y estallaba en aplausos de afirmación- para poder apoyar a los jóvenes, a las mujeres, a los empresarios, a los trabajadores, a la gente que lucha todos los días por salir adelante con su familia, para tener un lugar mucho más adecuado para vivir, ese es el Quintana Roo que queremos.

¡Carlos, hermano, Chetumal te da la mano!, ¡Carlos!, ¡Carlos!, ¡Carlos!, gritaba la gente frente al entarimado sin importar el aguacero, pancartas en mano, sin dudar le mostraron su respaldo entre porras aderezadas con aplausos.

Sumados al júbilo se mostraron igualmente los asistentes que se resguardaban de la fría lluvia en los amplios toldos que se instalaron en el lugar y desde donde salieron varios espontáneos a entregarle obsequios al festejado.

¡Ni la lluvia nos detiene!, gritaban los asistentes, mientras sus pies se empapaban dentro de sus zapatos de oficina, botas vaqueras o sandalias caribeñas ya por debajo del nivel que alcanzaba el agua del minidiluvio desatado en el sur del Estado y la lluvia parecía caer al ritmo que sonaban los cantos de los jóvenes y la “batucada”.

Familias completas, hombres, amas de casa, adultos mayores, jóvenes, niños y bebés en brazos, participaban de la fiesta a la que llegaron lo mismo en taxis que en vehículos particulares, camiones, camionetas, combis o bicicletas, incluso hubo quienes lo hicieron a pie, convirtiendo el acontecimiento en una verdadera fiesta de la gente.

El magno evento organizado por los ejidatarios, fue tan trascedente en Chetumal que marcó agenda para que otras fiestas ajenas se realizaran en las cercanías de la sede, extraña y coincidentemente el mismo día, en horario similar, aunque con evidentemente reducido poder de convocatoria.

La verdadera cercanía que el político demostró con los participantes, la sencillez con la que se entregó a la multitud sin importar la lluvia, dándole prioridad a escucharlos a brindarles atención mientras caminaba empapado junto a ellos y llevándose la invitación para acudir a las comunidades lejanas desde donde muchos arribaron, dejó en la capital de Quintana Roo un entusiasmo que hacía muchos años no se percibía en sus ciudadanos, una sensación clara para todo aquel que estuvo presente.

Miles de voces se unieron, voces entre las que se distinguían las de rostros conocidos en las esferas de la actividad política, empresarial y de liderazgos naturales del sur de la entidad, voces que siguieron unidas mientras lo acompañaban para abordar el vehículo en el que emprendió su viaje para seguir trabajando por Quintana Roo, al tiempo que entonaban ¡Se ve, se siente, Carlos está presente!

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