Fuero, ¡asignatura pendiente!

 

Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*

Las exigencias, críticas y reclamos contra el fuero constitucional fueron, entre otros, las constantes durante la reciente aprobación para crear el Sistema Nacional Anticorrupción, pero, lamentablemente, como suele ocurrir en el Senado, fue una verdadera lástima que desperdiciara la enorme oportunidad de darles a los ciudadanos una respuesta a la altura del desafío en materia de corrupción.

Pese a lo que dijeran los diputados en sesiones anteriores en la Cámara der origen, prácticamente nadie coincide con su aseveración -también compartida por varios Senadores-, en el sentido de que el proyecto era mucho mejor de la que aprobó el Senado en 2013.

Y nadie duda, como quedó asentado, que aquel proyecto tenía deficiencias, pero el que se aprobó el 21 de abril también las tiene.

Así, nos preguntamos, ¿qué sentido tiene que la Auditoría Superior de la Federación inicie su labor de fiscalización el primer día hábil del ejercicio fiscal siguiente, si sus observaciones podrán versar únicamente sobre el contenido de la cuenta pública cuya presentación puede ser hasta el día 30 de abril?

Otra situación es que analistas, académicos y expertos coincidieron, en audiencias, reuniones y foros, en que frente al combate a problemas como delincuencia, corrupción o impunidad se debe comenzar por una verdadera voluntad política para resolverlos.

Por lo visto, la única voluntad política en el proyecto aprobado fue la de mantener intacto el fuero del Presidente de la República para seguir siendo intocable, como si se tratara de un ser sagrado.

Consideramos que ha llegado el momento de ser iguales. Vivir en un país sin fuero implica un país de iguales. En este contexto, el recordado ministro de la Suprema Corte de Justicia, don Sergio Valls, exponía en algún momento de reflexión que una nueva etapa se presentaba precisamente en relación al fuero.

Así, el mandatario ya no habría que justificarse por su cargo o investidura, sino confiar, al igual que los ciudadanos, en la rectitud e imparcialidad de nuestras autoridades para juzgar los delitos o ilícitos que se le atribuyeran.

En efecto, creemos que ha llegado el momento en que todos los altos funcionarios confíen en las instituciones y se sometan a sus determinaciones como cualquier otro ciudadano de a pie. No vemos por qué al ciudadano sencillo se le exige dejar su destino en manos de la justicia, y no pedirle lo mismo al Presidente de la República o a un legislador.

Todos, sin excepción, deberían ponerse a merced de la justicia en igualdad de circunstancias.

El fuero se confirió a determinados servidores para salvaguardarlos de eventuales acusaciones en su contra sin fundamento, a efecto de mantener el equilibrio entre Poderes, de manera que quien goce de esa prerrogativa no quede sometido a la potestad jurisdiccional.

Tal y como escribió Ignacio Burgoa, su finalidad no estriba en proteger a la persona del funcionario, sino en mantener el equilibrio entre los Poderes del Estado para posibilitar el funcionamiento normal del gobierno institucional dentro de un régimen democrático.

No obstante, es común que quien detenta un cargo se sienta dueño del mismo y se atribuye sus fines y hasta su naturaleza, es decir, comete abusos en la esfera pública y, lo peor, en la privada, como si el derecho lo asistiera.

El fuero, por tanto, se ha constituido, más que en una protección de equilibrio de los poderes, en un permiso para desequilibrarlos.

Una de las  razones fundamentales para acabar con ese fuero que, por cierto, no se incluyó en ese dictamen, es precisamente el e-jem-plo, para demostrar ser demócrata, pero, para actuar como tal, habrá que gobernar obedeciendo como pide el gobierno del pueblo, y de ahí que desde el Presidente de la República y hasta el último de los servidores públicos de primera línea, deban enfrentar la justicia igual que cualquier otro ciudadano para que haya ejemplo y rectitud, y nunca más un vendaval autoritario.

En palabras llanas: Se impone eliminar los privilegios, los privilegios de la esfera, la dictadura de unos cuantos. Imposible, ¿Verdad? Por eso no creemos ni cree nadie que esa reforma sea instrumento idóneo que permita combatir eficazmente la corrupción.

         Alguien acaso ha olvidado al desaparecido perredista michoacano Julio César Godoy Toscano, ex presidente municipal que se convirtió en diputado federal y, pese a estar acusado de vínculos con el narcotráfico y lavado de dinero, hizo una y mil maravillas con su fuero para evadir la justicia y rendir protesta pese a la estricta “vigilancia” de la PGR en 2010?

¡Por algo nadie vota a favor de la desaparición del fuero, consagrado en los artículos 61 y 111 constitucionales!

(Permitida la copia, publicación o reproducción total o parcial de la columna con la cita del nombre de su autor)

*Luis Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco residente de Chetumal, Quintana Roo, con más de 38 años de trayectoria como reportero, jefe de información, editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha fungido como Jefe de Información de dos gobernadores y tres presidentes municipales, y publicado tres libros.

 

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